Helen Morgan
La infección por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que ha causado una gran cantidad de muertes en todo el mundo, ha adquirido proporciones pandémicas. A pesar de los incansables esfuerzos de la comunidad científica para tratar esta enfermedad en su fase aguda y prevenirla mediante el rápido desarrollo de vacunas, aún queda mucho trabajo por hacer en términos de comprender y controlar los síntomas que persisten después de la fase aguda, también conocidos como síndrome de COVID-19 prolongado o COVID persistente. Estos síntomas persistentes pueden afectar a varios órganos y sistemas y pueden ser causados tanto por los mecanismos patogénicos del virus como por la respuesta fisiopatológica del paciente. Existe una necesidad urgente de abordar esta cuestión mediante una estrategia integral un año después del inicio de la pandemia.